miércoles, 5 de febrero de 2014

Capítulo 15. Encuentros a medianoche. (Cory)

Una vez Shiandra hubo hablado con Ale, tenía permiso para verla e intentar hacer las paces con ella. Tonto, tonto, no era, sabía que se había enfadado conmigo, se notaba a leguas de distancia. Pero no podía hacerle nada, me estaba prohibido entablar conversación con ella. Aguardaba impaciente a que la anciana saliese de su habitación para poder entrar. Solo deseaba abrazarla, pero no... no era el momento
En cuanto la vi salir, avancé con grandes zancadas hasta la puerta, donde Shiandra me frenó levantando una mano y dirigiéndome una mirada serena muy rara en ella.
-Espera, aguarda a que piense un rato -dice seria.
-Pero Shi, -ese era el mote que le habían puesto Mireia y él hace tiempo- no puedo aguantar más, y lo sabes, tu lo sabes todo. -la miro a los ojos, casi suplicando.
-Cory, respira -su voz era pausada y firme- ve a darte un paseo, anda -me cogió con dificultad del hombro y me sacó de aquel asfixiante pasillo, sin que Ale se enterase de la misa a la media.
Shiandra me conduce hasta un pequeño jardín, apartado del resto, donde se encuentra una bonita fuente. Está decidida a quedarse conmigo, a vigilarme, pero sé que tiene mucho ajetreo en su despacho, papeles que firmar, llamadas que gestionar, por lo que la convenzco de que me encuentro mejor y más calmado y de que se puede ir tranquila.
-¿Estás seguro? -me mira, levantado una ceja, inspeccionándome. Relajo los hombros y sonrío de lado, pareciendo así despreocupado.
-Completamente -me recuesto en el banco de madera donde estábamos sentados, provocando así un leve quejido por parte de la estructura, sin duda bastante antigua.
Shi sale por uno de los arcos de enredaderas que dan entrada a aquel tranquilo remanso de paz, suspiro y me incorporo, colocando mis manos en mi pelo, sujetando mi cabeza entre mis piernas. Sopeso los pros y los contras de ir ahora a ver a Alessandra para poder explicarle un poco más de que iba todo aquello. Por una vez, ganó la razón, pesaron más los contras y no me dejé llevar por los impulsos. Me quedé allí hasta que, sin darme cuenta, dieron las 12 en el reloj de la enorme mansión. Me disponía a levantarme hasta que noté como alguien caminaba sin rumbo hasta mi escondite, lento pero sin pausa. Rápido me levanto y haciendo el menor ruido posible me escondo detrás de un arco de enredaderas, para poder escuchar lo que mis visitantes decían. Un suspiro me hizo saber al instante de quién se trataba, puesto que llevaba casi toda mi vida oyéndolo desde las sombras.
-Hey -susurro mientras salgo de donde estaba. Ale ni se gira, solo se apoya en el borde de la fuente, mirando al interior, inexpresiva.
-¿Qué eres? -murmura dirigiéndose a mi, aunque sin hablarme directamente.
-No sé a que te refieres -respondo evadiendo la pregunta, un poco pobre debido a mi nerviosismo. "¿Cómo podía esa humana hacerme sentir así?" pienso irónicamente.
-Sí que lo sabes Cory, lo sabes perfectamente -noto un tono de reproche y enfado en su voz, a la vez que se gira y me mira directamente, repitiendo la pregunta- ¿Qué eres?
Suspiro y bajo la mirada. Ha llegado la hora.