jueves, 13 de marzo de 2014

Capítulo 16. Promesas rotas. (Jack)

Mi propia tos me despierta después de un largo sueño. Un doloroso pinchazo en un costado me devuelve a la realidad, aunque me cuesta más de lo normal. Mi mente está más lenta y pesada que de costumbre, ¿me han drogado? Emito unos gemidos inconscientes y me maldigo a mi mismo por ello, prefiero saber que está pasando antes de delatarme a la gente que pudiera estar a mi alrededor. Agudizo el oído con dificultad, logrando distinguir un pitido que se repite periodicamente, algo me dice que es mi corazón plasmado en una máquina. Estoy en el hospital, mierda.
-...reposo durante unos cuantos días más, ha sufrido graves heridas,- dice una voz irreconocible para mi.
-¿Que pasó exactamente, doctor? -pregunta una voz que se impone sobre las demás, debe ser alguien importante.
-No es fácil decirlo, pero dicen que entraron a robar y no fueron muy amables... aunque hay algunas heridas que no son de las armas normales y corrientes... casi parecen inhumanas -responde el doctor con duda en su respuesta.
Pienso instantáneamente en Mireia y mi ritmo cardíaco se acelera ligeramente, lo que provoca que el doctor eche a todo el mundo de la sala, para que pueda descansar a gusto. En cuanto dejo de oír ruedo salvo el sonido de la diálisis, abro los ojos alarmados. El cambio de luz me hace volver a cerrarlos con fuerza, para ir abriéndolos lentamente acostumbrandome a los fosforescentes del hospital. Cuando ya estoy listo para moverme trato de levantarme y escapar, pero tengo vendajes en el brazo y en el costado que me impiden salir corriendo. Maldigo por lo bajo y suspiro de exasperación, tratando de hacer memoria de lo que pasó. Cory... Ale... Mireia y yo... Eva. Al recordar a ésta última se me encoge el estómago pensando en qué habría hecho con mis amigos... y por qué había acabado yo aquí. La última imagen que tengo es entrar a nuestra casa con Mireia, un fogonazo azul celeste y un fuerte dolor en la tripa, nada más. Mierda, mierda mierda, tengo que salir de aquí pero... ¿cómo?
Tras unos minutos pensando escucho cómo el doctor viene y me decido sin pensarlo dos veces. Me levanto haciendo caso omiso del dolor, me cojo un par de mantas del sofá de la habitación y salgo por la ventana. No soy consciente de la suerte que he tenido de estar en la planta baja hasta que echo a correr intentando que nadie me viese escapar. Rápidamente localizó el coche más accesible y me monto, aprovechando que el dueño se había dejado las llaves puestas y estaba caminando para abrir el maletero. Todo lo rápido que mis cuerpo me deja arranco y me voy, dejando al pobre señor con la boca abierta y los ojos como platos, tratando de asimilar lo que estaba ocurriendo.
-Muy bien Jack, ahora eres un delincuente. -murmuro mientras cojo la carretera principal, que da a las afueras, cerca de la casa de Shiandra. Me miro el vendaje que, por el inesperado esfuerzo físico, se había manchado de sangre un poco. El brazo casi no me duele, pero el costado es una herida más profunda y por tanto más grave.
Mireia me había prometido que estaría a mi lado tanto en los momentos malos como en los buenos. Sin duda alguna este era uno de los peores... ¿dónde estaba? Sus promesas se quedaron en el aire, recordándome una y otra vez que estaba solo, herido y perdido, como un lobo solitario. 


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